domingo, 3 de enero de 2016

Vida cotidiana



La necesidad de argumentar en la vida diaria
Desde pequeños construimos argumentos y, a medida que vamos creciendo, va aumentando nuestra necesidad de mejorar esta habilidad, pues tenemos que justificar nuestras decisiones, creencias y opiniones ante los demás y ante nosotros mismos, así como plantear soluciones a problemas que enfrentamos cotidianamente. Es probable que en esta semana hayas construido varios argumentos sin percatarte de ello de manera consciente.
No obstante, si bien es cierto que construimos argumentos con frecuencia, muchas veces lo hacemos de manera desordenada, de tal forma que los demás no nos entienden y eso impide que podamos  convencernos o hacer valer nuestras ideas. Algunas veces quizá intentamos rebatir las opiniones de alguien, pero carecemos de las herramientas necesarias para lograrlo. Cuántas veces no compartimos, y sin embargo nos sentimos incapaces de refutarlas.
Es muy importante desarrollar una buena habilidad para construir argumentos con ello  puedes defender tus puntos de vista y tus creencias con claridad y solidez, refutar racionalmente aquellas opiniones con las que no estés de acuerdo o que consideres inválidas, evaluar alternativas de manera racional y alcanzar consistentes y bien fundados con los demás, especialmente en aquellos temas controvertidos que ameritan una buena dosis de consenso y acuerdo. 
 

La argumentación


Se llama argumentación a la expresión del raciocinio. Cuando externamos un raciocinio, lo hacemos mediante palabras relacionadas entre sí, formando oraciones, construyendo los argumentos o argumentaciones.

            La argumentación expresa una serie de pensamientos que desembocan en una conclusión. Mediante la argumentación se expresa toda clase de raciocinios: inductivos o deductivos, verdaderos o falsos, correctos o incorrectos, e incluso sofismas;  la lógica no los estudia directamente (pues esto corresponde a la gramática), pero explica la estructura mental que los forma. La gramática, al ser la ciencia encargada de estudiar la función de las palabras, analiza detalladamente la argumentación. No olvidemos que en las palabras están implícitas las ideas; en las oraciones, los juicios, y en las argumentaciones, los raciocinios.

            La argumentación del raciocinio se forma con las oraciones o proposiciones, las cuales se enlazan lógicamente para llegar a una consecuencia.

            (Las proposiciones se enlazan lógicamente y llegan a una consecuencia y forman los argumentos del raciocinio).

El silogismo es el típico raciocinio deductivo empleado en la demostración.

Argumentos

Las proposiciones son los ladrillos con los que están hechos los argumentos. Cuando afirmamos o llegamos a una proposición basándonos en otras proposiciones, decimos que hemos hecho una inferencia. La inferencia es el proceso que puede ligar a un conjuntos de proposiciones. Algunas inferencias son justificadas o correctas, otras no. Para determinar si una inferencia es correcta o no, el lógico examina las proposiciones con las que inicia y termina el proceso y las relaciones entre estas proposiciones. Este conjunto de proposiciones constituye un argumento. Los argumentos son el principal objeto d estudio de la lógica.

            Tal como los lógicos utilizan la palabra, un argumento es un grupo de proposiciones del cual se dice que una de ellas se sigue de las otras, consideradas como base o fundamento para la verdad de éste.

Evidentemente, la palabra argumento a menudo se utiliza con otros sentidos, pero en lógica se utiliza estrictamente en el sentido que se acaba de explicar. Para cada inferencia posible existe un argumento correspondiente.

            Está claro que un argumento no es meramente una colección de proposiciones; un pasaje puede contener varias proposiciones relacionadas y aún así no contener ningún argumento Para que pueda decirse que existe un argumento, tiene que haber alguna estructura en ese conjunto de proposiciones, una estructura que capture o muestre alguna inferencia. Esta estructura se describe utilizando los términos premisa y conclusión. La conclusión de un argumento es la proposición que se afirma con base en otras proposiciones del argumento. Estas otras proposiciones, las cuales se afirma (o se asume) que son soporte de la conclusión, son las premisas del argumento.
         
*Glosario:

Proposición hipotética (o condicional): Un tipo de proposición compuesta; es falsa sólo cuando el antecedente es verdadero y el consecuente es falso.

Inferencia: Proceso en el que se relacionan proposiciones afirmando una   proposición con base en otra u otras proposiciones.
Argumento: Conjunto estructurado de proposiciones que refleja una inferencia.

Premisa: Proposición utilizada en un argumento para dar soporte a alguna otra proposición.

Conclusión: Es la proposición a la que las otras proposiciones, las premisas, dan soporte en un argumento.

           

            El argumento más simple consiste en una premisa y una conclusión, la cual se dice que se sigue de la primera. Cada una puede enunciarse en oraciones separadas, como en el argumento que se lee en una etiqueta pegada en los libros de  texto del estado de Alabama, Estados Unidos:


            Nadie estaba presente cuando surgió la vida por primera vez sobre la Tierra. Por lo tanto, cualquier enunciado acerca del origen de la vida tiene que se considerado una teoría, no un hecho.


O bien, tanto la premisa como la conclusión pueden enunciarse en la misma oración, como en el siguiente argumento:


            Puesto que se sabe que los seres humanos descienden de un pequeño número de ancestros africanos de nuestro pasado evolutivo reciente, creer en profundas diferencias raciales es tan ridículo como creer que la tierra es plana.


El enunciado de la conclusión del argumento puede proceder al enunciado anterior, es decir, a su única premisa. He aquí un ejemplo:


            La Food and Drug Administration (Administración de Alimentos y  Medicamentos) debería suspender toda venta de cigarros inmediatamente. Después de todo, el tabaquismo es la principal causa de muerte prevenible.


Aun cuando la premisa y la conclusión están unidas en una sola oración, la conclusión del argumento puede presentarse al inicio. Por ejemplo:


            Toda ley es un mal, pues todas las leyes son un atentado contra la libertad.


La mayoría de los argumentos son más complicados que éste, algunos contienen proposiciones compuestas donde sus diversos componentes tienen una relación intrincada. Pero cada argumento, simple o complejo, consiste en un grupo de proposiciones de las cuales una es la conclusión y las otras son las premisas ofrecidas como soporte.

            Puesto que un argumento está constituido por un grupo de proposiciones, ninguna proposición puede, por sí misma, ser un argumento. Pero algunas proposiciones compuestas parecen argumentos. Considere la siguiente proposición hipotética:


            Si hubo vida en Marte durante un periodo temprano de su historia, cuando tenía atmósfera y clima similares a los de la Tierra, entonces, es probable que haya   vida en los innumerables planetas que los científicos creen ahora que existen en nuestra galaxia.


Ni el primer componente de esta proposición –“hubo vida en Marte durante un periodo temprano de su historia, cuando tenía atmósfera y clima similares a los de la tierra”- ni es segundo componente –“es probable que haya vida en los innumerables planetas que los científicos, creen ahora, que existen en nuestra galaxia”-  se afirman. La proposición únicamente afirma que el primer componente implica al segundo, y ambos bien podrían ser falsos. En este pasaje no se hace ninguna inferencia, no se declara ninguna conclusión como verdadera. Se trata de una proposición hipotética, no de un argumento. Ahora, considere un pasaje similar al anterior en algunos aspectos:


            Es probable que haya habido vida en los innumerables planetas que los científicos creen ahora que existen en nuestra galaxia, puesto que es muy importante que haya habido vida en Marte durante un periodo temprano de su  historia, cuando tenía atmósfera y clima similares a los de la Tierra.


En este caso sí tenemos un argumento. La preposición “es muy probable que haya habido vida en Marte durante un periodo temprano de su historia”, se asevera como premisa, y la proposición “es probable que haya habido vida en los innumerables planetas”, se afirma que se sigue de esta premisa y que es verdadera. Una proposición hipotética puede tener la apariencia de un argumento, pero nunca puede ser un argumento y no se deben confundir.

            Aunque todo argumento es un conjunto estructurado de preposiciones, no todos los conjuntos estructurados de preposiciones son argumentos.

Considere esta descripción reciente de la desigualdad mundial:


            En ese mismo mundo en donde viven ahora más de mil millones de personas con un nivel de ingresos nunca antes conocido, hay otros casi mil millones de  personas que luchan por sobrevivir con el poder adquisitivo equivalente a un   dólar estadounidense al día. La mayoría de los pobres más pobres del mundo  están mal alimentados, no tienen acceso a agua potable ni a los servicios sanitarios básicos, y no pueden enviar a sus hijos a la escuela. De acuerdo con la Unicef, anualmente mueren más de 120 millones de niños –unos 30 000 al día- por causas prevenibles relacionadas con la pobreza.


Este informe es sumamente inquietante, pero no contiene ningún argumento.

            Razonar es un arte, así como una ciencia. Es algo que hacemos, así como algo que entendemos. Exponer las razones por nuestras creencias es algo que sucede naturalmente, pero la habilidad en el arte de construir argumentos, así como probarlos, requiere práctica. Es más probable que pueda razonar correctamente alguien que ha practicado y reforzado esta habilidad, que alguien que nunca ha considerado los principios involucrados.

La validez lógica de los argumentos

La lógica tiene como finalidad distinguir el razonamiento correcto del incorrecto, y para ello emplea los métodos de prueba que han resultado ser los más adecuados.

            Los métodos  para la demostración válida y no válida de argumentos son los que se presenten a tal propósito.

            Un argumento es una secuencia o serie de proposiciones en la que una de ellas, llamada conclusión, se infiere o se obtiene de las premisas. La validez de los argumentos consiste en que las premisas y la conclusión que se encuentran lógicamente estructurados, sin importar si un argumento es verdadero o falso, puesto que lo importante será destacar la coherencia lógica o formal y la aplicación correcta de las reglas y leyes.

            Para saber si un argumento es lógico o no, hay que ver si coincide con una ley de implicación, puesto que todo raciocinio que tenga la forma de una de estas leyes será válido, y el que no coincida no lo será.

            Debe tenerse en cuenta que en muchos argumentos se aplican varias leyes de implicación y equivalencia. Existen argumentos en los que se van obteniendo conclusiones enlazadas que son resultado de la aplicación de alguna de las leyes anteriores.

            Cuando los argumentos son símbolos, no tienen contenido; por eso se dice que son válidos o no únicamente por su forma. Por ello, para probar su validez de un argumento expresado en palabras, se pasa a uno expresando simbólicamente, al que se llama forma lógica, y se señala con qué modo coincide o qué ley se aplica.

Ejemplo:

  1. Si hoy es sábado, entonces iré al cine.
  2. No es cierto que iré al cine.
  3. Por tanto, hoy no es sábado.

Se aplica el m.t.t y su forma lógica es:

  1. p ↄ q
  2.  -q
  3. Por lo tanto -q

            De esta manera, si cualquier argumento se puede pasar a una ley, con seguridad ese argumento será válido.

            La validez lógica de los argumentos se obtiene mediante la demostración formal, ésta se lleva a cabo a través de las reglas de inferencia.  La conclusión de un argumento debe ser la consecuencia lógica de las premisas, esta validez se fundamenta en la siguiente preposición: de premisas verdaderas sólo se obtienen conclusiones verdaderas.

La invalidez se dará cuando de premisas verdaderas lleguemos a una conclusión falsa.

Existen tres formas de probar la validez o invalidez de un argumento:

1. Desarrollo de la demostración a través de las reglas de inferencia. Si llegamos a la premisa que se pide como conclusión mediante el empleo de las reglas adecuadas que se pide como conclusión mediante el empleo de las reglas adecuadas en el argumento es válido.

2. Mediante una tabla de verdad. El argumento será válido siempre y cuando no aparezca una línea en la cual las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa.

Ejemplo:

Si trabajas entonces podrás comprarte tu automóvil.

Trabajaste.

Por lo tanto, compraste tu automóvil.

Al simbolizar:                 

1) P-->Q

2) P

3) Q

3. Mediante diagramas de verdad. Demostramos la validez o invalidez de un argumento asignando valores de verdad a las proposiciones atómicas que lo constituyen. Si hubiera algún caso en que se infiera una conclusión falsa de premisas verdades el argumento es inválido.

Ejemplo:

O el día está nublado o está soleado.

Si el día está nublado entonces jugaremos dominó.

Si el día está soleado entonces jugaremos fútbol.

Por lo tanto, o jugaremos dominó o jugaremos fútbol.

Al simbolizar:

1) P V Q

2) P --> R

3) Q --> S

 4) R V S

Argumentos deductivos e inductivos


Todo argumento afirma que sus premisas ofrecen fundamentos para la verdad de su conclusión; tal afirmación es la característica principal de un argumento. Peo hay dos maneras muy distintas en que una conclusión se sustenta en sus premisas, y, por lo tanto hay dos grandes clases de argumentos: argumentos deductivos y argumentos inductivos. Entender esta distinción es esencial para el estudio de la lógica.

            Un argumento deductivo afirma que su conclusión es apoyada por sus premisas de manera concluyente. Un argumento inductivo, en contraste, no afirma tal cosa. Por lo tanto, si juzgamos que en algún pasaje se afirma que un argumento es concluyente, debemos tratar tal argumento como deductivo; si juzgamos que no se está afirmando tal cosa, lo trataremos como inductivo. Puesto que todo argumento es concluyente o no lo es, todo argumento es deductivo o inductivo.

            Cuando se sostiene que las premisas de un argumento (si son verdaderas) ofrecen fundamentos incontrovertibles para la verdad de su conclusión, tal afirmación sólo puede ser correcta o incorrecta. Si es correcta, ese argumento es válido. Si es incorrecta (esto es, si las premisas siendo verdaderas no establecen la conclusión irrefutable, a pesar de que sostengan que lo hacen) el argumento es inválido.

            Para los lógicos, el término validez se aplica únicamente a argumentos deductivos. Decir que un argumento deductivo es válido, es decir que no es posible que su conclusión sea falsa si las premisas son verdaderas. Así pues, definimos validez de la siguiente manera: Un argumento deductivo es válido cuando, siendo sus premisas verdaderas, su conclusión debe ser verdadera. En el leguaje cotidiano, desde luego, el término válido se utiliza con menos rigor.

            Aunque todos los argumentos deductivos afirman que sus premisas garantizan la verdad de su conclusión, por supuesto no todos los argumentos deductivos cumplen tal afirmación. Los argumentos deductivos cuyas premisas no garantizan la verdad de su conclusión, son inválidos.

            Un argumento inductivo no es concluyente. Aun si las premisas de un argumento inductivo son verdaderas, éstas no soportan la conclusión con certeza. Los argumentos inductivos, por lo tanto, afirman algo más débil (per no menos importante) que sus premisas dan soporte a su conclusión con cierta probabilidad, siempre está cerca de la certeza. Los términos validez e invalidez, por lo tanto, no se aplican a los argumentos inductivos.

            La diferencia entre inducción y deducción radica en la naturaleza en la que se establecen los distintos tipos de argumentos sobre las relaciones entre sus premisas y sus conclusiones. Así, caracterizamos los dos tipos de argumentos como sigue: Un argumento deductivo es aquel que establece que su conclusión se sigue de sus premisas con absoluta necesidad, esta necesidad no es cuestión de grado y no depende de ninguna manera de cualquier otra cosa que sea el caso. En agudo contraste, un argumento inductivo es aquel que establece que su conclusión se sigue de premisas sólo con cierta probabilidad, esta probabilidad es cuestión de grado y depende de cualquier otra cosa que sea el caso.

Argumentación probable


            Como la demostración es causa de la ciencia, el silogismo probable produce la opinión o asentimiento de la mente a alguna proposición como verdadera, pero con temor de que lo contrario sea verdadero. El asentamiento y el temor tienen varios grados, según las razones que lo determinan. La intensidad del asentamiento y la intensidad del temor está en razón inversa: cuanto más fuerte es el asentamiento, menos fuerte es el temor y viceversa. La opinión se puede concebir como intermedio entre la duda y la certeza; y, por lo mismo, se acercará más o menos a cualquiera de los dos extremos. De aquí resaltan los varios grados de probabilidad en las opiniones.

            Argumentación probable es aquella en la que premisas probables lógicamente se infiere una conclusión probable.

Metodología para la construcción de argumentos

Vista la importancia de la argumentación, aquí te proponemos una metodología para construir argumentos que incluye los siguientes pasos:

I. Elección del tema.

II. Delimitación del tema.

III. Planteamiento del problema.

IV. Planteamiento de la hipótesis (conclusión).

V. Búsqueda de razones (premisas) que apoyen la hipótesis (conclusión).

VI. Construcción del argumento.

VII. Refutación del argumento.

Veámoslos con más detalle:


l.  Elección del tema

El tema se expresa a través de un concepto, por ejemplo:

a) Los animales.

b) Los derechos de los animales.

c) La situación  de los derechos de los animales en el mundo.

d) La situación de los derechos de los animales en México.


Recuerda que un concepto es algo diferente, a una proposición, pues a diferencia de ésta, no afirma nada acerca del objeto. Por lo anterior, un concepto no puede ser verdadero ni falso, como sí lo son proposiciones.

El planteamiento del tema debe entonces cumplir los siguientes requisitos:

a) No se debe confundir con la proposición.

b) Debe estar planteado de manera clara.

c) Debe de ser específico, interesante y actual.

d) Debe de ser interesante.

e) Debe ser actual.


II.  Delimitación del tema

Una vez que hemos elegido un tema, es preciso delimitarlo, es decir, especificar qué nos interesa exactamente de él. Nosotros ya hemos seleccionado el tema de Los animales. Con él ilustraremos nuestra metodología para mostrarte, paso a paso, cómo construir argumentos.

            Hay quieres tienen habilidad para elegir, de entrada, un tema ya delimitado, es decir, conciso y específico, que no da lugar a divulgaciones. La mayoría sin embargo no posee esta destreza, pero tampoco ve con claridad cuál es su importancia.  Preguntémonos: ¿Qué ventajas o desventajas tiene elegir un tema muy amplio o uno muy específico? La respuesta es simple:

·         Elegir un tema muy amplio implicará mayor tiempo y menor profundidad de investigación.

·         Un tema específico implicará menor tiempo y mayor profundidad de investigación.

Para seguir con nuestro ejemplo, delimitaremos el tema de los animales haciéndolo más específico. Por ejemplo,  Los derechos de los animales. Podemos percatarnos en primera instancia que el primer concepto es demasiado amplio, pues podría referirse a innumerables tópicos: los animales en peligro de extinción, los tipos de animales de ciertas regiones, el daño o beneficio que causan a los humanos, sus derechos, y muchos otros aspectos parecidos, con lo cual abarcaríamos un tema tan amplio, que hacer una buena investigación nos llevaría lo que se dice toda una vida, y en realidad lograríamos poca profundidad de su tratamiento. Por tal razón elegimos sólo un aspecto de la inmensidad de aristas posibles para avanzar más rápido en nuestra investigación y profundizar lo más posible que si nuestro tema fuera tan general  como Los animales.

III.  Planteamiento del problema

Un problema plantea una cuestión a resolver. Al plantear un problema es necesario cuidar que cumpla los siguientes requisitos:

            a) El problema se debe de plantear en forma de pregunta.

            b) Debe estar directamente relacionado con el tema elegido.

            c) Debe de abordar sólo un tema.


Siguiendo con nuestro ejemplo, plantearíamos nuestro problema de la siguiente manera:


            ¿Los animales tienen derechos?


IV.  Planteamiento de la hipótesis (tesis o conclusión)


La hipótesis es la respuesta al problema planteado, es decir, la tesis o planteamiento que se defenderá y del cual se quiere convencer a otros, y que a su vez dará lugar a la conclusión de nuestro argumento.

            La hipótesis se expresa a través de una afirmación. Esto no implica que no puedan existir negaciones de ella, pues en tal caso estaríamos afirmando que no se establece la relación entre sujeto y predicado.

            Por ejemplo, si argumentamos que Los animales no tienen derechos, estamos afirmando que no se da la relación entre el concepto animales y el concepto derechos.

            Cuida que tu hipótesis cumpla los siguientes requisitos:

            a) Que sea una afirmación.

            b) Que esté escrita de forma clara, evitando un lenguaje ambiguo, inconsistente o

            demasiado abstracto.

            c) Que responda de manera directa al problema planteado.

            d)Que sea creíble.

            e)Que sea específica.

            f) Que sea pertinente (que no se salga o desvíe del tema planteado).

            g) Que sea defendible (que hay razones buenas a su favor).
 

Ateniendo estos requisitos, nuestra hipótesis para el problema ¿Los animales tienen derechos? sería:

            Algunos animales tienen derechos.


V.  Búsqueda de razones (premisas) que apoyen la hipótesis (conclusión)

Un paso importante en la construcción de argumentos es ofrecer razones (premisas) para apoyar la hipótesis (conclusión), es decir, para justificar nuestras creencias. Es este paso lo que distinguirá la hipótesis o conclusión de una simple opinión.

            Al llegar a este punto, será necesario que listes todas las razones (premisas) que se te ocurran para defender la conclusión.

            Así, volviendo a nuestro ejemplo, para defender la tesis de que Algunos animales tienen derechos se me ocurren las siguientes razones:


            a) Algunos animales son seres sensibles.

            b) Algunos animales sufren.

            c) Algunos animales pueden ser dañados por nosotros.

            d) Algunos animales tienen un sistema nervioso central que, al igual que el de los             humanos los hace seres capaces de experimentar sensaciones de placer o dolor.

            e) Algunos animales no dañan a nadie.

            f) Algunos animales, al igual que los seres humanos, deben tener derechos.

            g) Algunos animales están indefensos.


Una vez expuestas todas nuestras razones, evaluamos cuáles de ellas cumplen los siguientes requisitos, pues tenemos que cuidar que sean:


·         Claras. Expresadas en un lenguaje que no se preste a ambigüedad.

·         Verdaderas. Lo que se afirma se corresponde con la realidad.

·         Pertinentes. Están relacionadas con lo que se define en la conclusión y no se desvíe del tema.

·         Suficientes. Ofrecen el apoyo necesario (no menos) para apoyar la conclusión.


De la primera lista de razones que escribiste a favor de tu conclusión, ahora elegirás sólo aquellas que cumplan los criterios anteriores. Recuerda que las premisas darán sustento a tu conclusión, de tal forma que si no cumplen los requisitos mencionados, serán débiles y no servirán para esgrimir un apoyo fuerte y decisivo de defensa y, con ello, muy difícilmente podrás convencer a otros de tu argumento.

            Como puede concluirse del análisis de las razones ofrecidas, algunas son mejores que otras, y el resto son imprecisas o débiles, no tienen que ver directamente con el tema o son repetitivas no aportan realmente nada relevante en apoyo de la conclusión, etc. Aplicando los criterios mencionados, concluimos que la del inciso d) es más pertinente porque engloba varias de las otras de manera más precisa.


VI.  Construcción del argumento


Hemos llegado al penúltimo trecho en el camino de la construcción de un argumento. Si realizamos bien las etapas anteriores, esta actividad será muy fácil, pues lo que procede es redactar las premisas y conclusión tal y como han quedado escritas en las fases anteriores. En tal caso, no olvides:


            a) Presentar tus ideas en orden.

            b) Que la exposición de tus planteamientos sea coherente.

            c) Expresar tus ideas con precisión.

            d) Enumerar las premisas.

            e) Anteponer a la conclusión el símbolo de "por lo tanto".

            f) Si te es posible, prueba el colocar las premisas y la conclusión en           
             alguna estructura  argumentativa que ya conozcas.


Siguiendo con nuestro ejemplo de Los derechos de los animales, y dado que ya conocemos diversas estructuras argumentativas, optamos por escribir nuestro argumento dentro de la estructura de modus ponens, por lo cual nos queda así:


1.      Todos aquellos seres que tengan un sistema nervioso central que los haga capaces de experimentar sensaciones de dolor y placer tienen derechos (premisa 1).

2.      Algunos animales (no humanos) tienen un sistema nervioso central que los hace capaces de experimentar sensaciones de dolor y placer (premisa 2).

            Por lo tanto, algunos animales (no humanos) tienen derechos (conclusión).


Siguiendo los consejos recomendados, decidimos precisar que hablamos de animales que no son humanos, pues recordemos que al ser humano también se le considera un "animal racional".


VII.  Refutación del argumento


La refutación forma parte de la construcción de argumentos, y consiste en ofrecer razones para demostrar que una o varias de las premisas que apoyan a la conclusión del argumento son falsas.

Es importante destacar que para refutar un premisa no basta con señalar que es falsa; hay que demostrarlo.

            La refutación de argumentos es útil no sólo para contrarrestar las tesis de otros, también lo es para poner a prueba la fortaleza de nuestras propias creencias. Por ende, al construir un argumento, además de pensar en las proposiciones que apoyan nuestras ideas, debemos pensar en las posibles objeciones que otros podrían hacerles. Esto fortalecerá, por un lado, nuestra propia argumentación, pues nos permitirá valorar de forma más crítica el argumento que hemos construido, adelantarnos a responder objeciones factibles e identificar posibles debilidades. Por otro lado, hacer explícito que se tiene conciencia de las posibles objeciones que se le pueden oponer a nuestro argumento genera confianza en nuestro o en nuestros interlocutores acerca de la ética y  seriedad.

            Revisemos algunas estrategias útiles para refutar un argumento:


·         Destacar que se está ofreciendo un argumento falaz.  En esta tarea es de gran importancia el conocimiento de las falacias, pues éstas nos permitirán identificar si hay errores argumentativos en el planteamiento que evaluamos para poderlo refutar. Veamos el siguiente diálogo:

Carlos: Todas las personas piensan que las corridas de toros están bien; por lo tanto, no deben prohibirse.

Alan: Estás cometiendo una falacia, pues el hecho de que todos estén de acuerdo en algo, no se sigue que sus creencias sean verdaderas; todos  pudieran estar equivocados. Estás cometiendo la falacia de apelación  a la autoridad colectiva.


·         Extraer consecuencias absurdas de ciertas afirmaciones. Podemos refutar un argumento haciendo evidente que si aceptáramos sus premisas, se seguirían consecuencias ilógicas o absurdas, lo cual nos indica que la conclusión no se sigue de sus premisas. Veamos el siguiente diálogo:

      Xóchitl: Los holgazanes no deben tener hijos, pues éstos, al verlos, los imitarán y también serán holgazanes.

      Teresa: Si fuera cierto que por ver a tus padres imitas su actividad, entonces, ¿cómo explicaríamos la existencia de hijos holgazanes de padres trabajadores?


·         Encontrar un contraejemplo. Un contraejemplo es una excepción a una regla general propuesta, es decir, un caso específico que evidencia la falsedad de una cuantificación universal (un "para todo"). Consideremos por ejemplo la proposición:


            Todos los estudiantes mienten.


Como esta proposición dice que una cierta propiedad (decir mentiras) es verdadera para todos los estudiantes, basta con encontrar un caso que no cumpla la regla para probar su falsedad. Así, un estudiante que no mienta sería un contraejemplo a "Todos los estudiantes mienten".

·         Cuestionar el significado de algún o algunos términos (conceptos) con los cuales se formulan las premisas. Se podría señalar, por ejemplo, que ciertos conceptos se están utilizando de forma ambigua, imprecisa o engañosa, de tal forma que si se entendiera de otra manera, no llevarían a determinada conclusión, sino a alguna diferente. Veamos el siguiente diálogo:


Adrián: Sólo a los seres humanos se les debe respetar su derecho a la vida. Un asesino ha perdido lo que lo hacía ser humano, por lo tanto, se le debe aplicar la pena de muerte.

Fernanda: El hecho de que una persona sea un asesino no lo hace que pierda su humanidad  (su condición de ser humano). Lo que pierde es su valor de ser una persona buena. Por ello, de tu afirmación no se sigue que se le deba aplicar la pena de muerte.

Bibliografía


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San José G., María del Carmen. (2009) Lógica. Séptima edición. Estado de México: Editorial Esfinge, S. de R. L. de C. V.

Hernández Deciderio, Gabriela; Rodríguez Jiménez, Gabriela. Lógica ¿para qué? Argumenta, debate y decide racionalmente. Editorial Pearson.

M. Copi, Irving; Cohen, Carl. Introducción a la Lógica. Segunda edición de Limusa en español.

Escobar Valenzuela, Gustavo. (2003) Lógica. Nociones y aplicaciones. Cuarta edición. Editorial Mc Graw Hill.

Mateos Nava, Misael. (2007) Lógica para inexpertos. Segunda edición. Distrito Federal: Editorial Edere S.A. de C.V.